‘Escape Room’: el terror se pasa a la moda

Foto: filmaffinity.com

Servidor acudió el pasado miércoles al cine a ver Escape Room. Tengo que reconocer que, cuando se decidió ver esta película, por el título me pregunté varias veces si no había otra cinta mejor. Hace casi un mes fuimos a ver «Feedback», y tampoco es que hubiera estado para tirar cohetes. Y esta película apuntaba a lo mismo. Sin embargo, al salir de la sala, la opinión fue justo la contraria. «Escape Room», evidentemente, no es una película que aspira a los Óscar, pero sí que tiene una mecánica bastante entretenida, a la vez que angustiosa. Y, lo más importante, un argumento conseguido, lejos de los meros sustos y gritos.

Antes de que puedas tragarte los posibles spoilers que, aunque leves, puedan surgir, relleno un poco este párrafo para que puedas dejar el artículo a tiempo. «Escape Room», como comentaba el compañero Jorge Caracuel, es un nuevo thriller de adolescentes, pero que, además, responde a una popular tradición de demonizar un tema cotidiano o de moda. Ya sabemos lo mucho que se llevan a día de hoy los escape rooms, una actividad capaz de entretener más allá de las pantallas. Y eso tiene su gran mérito. Ahora, esta película podrá causar paranoia en más de una persona, que se pensará dos veces ir a una actividad de estas. Ya en los años 70, los españoles hicieron lo mismo con las cabinas telefónicas, tras ver «La cabina» (1972), donde José Luis López Vázquez se quedaba atrapado en una y contagiaba al público el horror que pasaba dentro de ella. Y recuerdo una de las «Historias para no dormir» de «Chicho» Ibáñez titulada «El televisor» (1974, pero la emitieron cuando yo era pequeño), en la que un padre de familia compraba el, por entonces, revelador aparato y se volvía loco por culpa de éste, hasta el punto de que todos aparecían muertos en la salita.

La lista puede hacerse más larga con «Creep» (de vuelta al Aeropuerto de Barajas en el Metro de Madrid, a las 1 y pico de la madrugada, mi amigo y yo íbamos solos dentro y no pudimos evitar acordarnos), o «Muñeco diabólico», por ejemplo. El caso es que «Escape Rooms» sigue este tradicional patrón, pero es necesario añadir alguna sustancia que rejuvenezca un poco esta fórmula. Aquí lo primero que vemos es a un muchacho en una habitación con unos vetustos muebles, que está tratando de dar con la salida de un escape room y al que se le ve muy angustiado. No es para menos, ya que las paredes de la habitación se acercan hasta amenazar con aplastar al individuo. Todo ello con las luces de la sala aún encendidas, que los encargados del Yelmo Cines del Vialia olvidaron apagar hasta que unos asistentes fueron a dar el aviso…

Entonces nos encontramos a seis desconocidos, cada uno con una historia personal. Tenemos a un muchacho a quien entusiasman los escape rooms; a otro joven que trabaja en un negocio, pero que no parece muy feliz en el mismo; a un camionero; a una tímida estudiante; a una excombatiente de guerra y a un negociador financiero, a quienes le envían un paquete que contiene un misterioso cubo para resolver. Cuando -difícilmente- lo consiguen, el objeto expende una notita en la que se les invita a acudir al Escape Room Minois, un escape room especial en el que, si ganan la prueba, se les premia con 10.000 dólares. Una actividad divertida, interesante, en la que puedes conocer a gente, desconectar un buen rato, pasarlo bien, e incluso salir con los bolsillos llenos. ¿Algún motivo para no ir?

No hay un motivo, sino varios, que se van haciendo ver a lo largo de la película. El caso es que estos seis desconocidos tienen bastante en común. Todo parece tranquilo y normal, una vez en la sala de espera, hasta que uno de ellos se carga el picaporte de la puerta de entrada y deja encerrados a todos. Entonces, se da por empezado el juego. En la búsqueda de la pista, se activa una estufa cenital que produce un calor insoportable para los allí presentes que, tras dar con una nueva pista, activan varias columnas que hacen de la habitación un auténtico horno. Si bien consiguen salir con bastantes apuros de la primera prueba, pronto se dan cuenta de que este no es un juego normal, sino una trampa que está poniendo en juego sus vidas.

Esta trama tan angustiosa, mezclada con el intríngulis que produce saber cómo se sale de cada una de las salas, convierte a «Escape Room» en una agridulce película. Angustiado en la butaca, puedes disfrutar a la vez viendo cómo logran estos desafortunados dar con la manera de salir. Venga, a ver cómo nos sorprende el director… No he tenido la oportunidad de ir todavía a un Escape Room, pero posiblemente algunos de los casos que aparecen ahí se pongan en práctica en algún juego de estos en la vida real. Lástima que aquí no se venga a pasarlo bien. La película, si bien me recuerda «La cabina», tiene claras similitudes con el clásico «Saw», debido a las psicópatas situaciones que veremos aquí. Aparte queda, por supuesto, la empatía que podamos sentir por cualquiera de estos personajes, aunque no haya dado el suficiente tiempo de acostumbrarse a ellos.

Yo le doy a esta película un 7 de 10, aunque las críticas, en general, le han dado menos. Esto se debe a, como ya he mencionado, su entretenida trama, que, en hora y media, quizás llega a quedarse un poco corta. Debido a su frenetismo y a la corta duración, esos clímax largos que tienen otras películas no tienen cabida en «Escape Room». Aunque la trama pueda resultar poco original, sí lo pueden ser las situaciones en las que los personajes se ven envueltos en cada una de las salas. Y, por supuesto, el argumento que concierne a estos mismos, que, además, lleva a hacer una importante reflexión sobre hasta dónde podría llegar el poder de los más adinerados. Simplemente, si tienes oportunidad de ir al cine, «Escape Room» cumple con los requisitos para hacerte pasar un entretenido -que no buen- rato.

Ah, que se me olvida. Ve acostumbrándote a «Downtown», un clásico tema de Petula Clark, que se repetirá varias veces en un momento de la película hasta causarte un esguince cerebral. Aunque tampoco parece tanto, ya que en Youtube hay varios que aseguran haber pinchado en la canción por la película… Y ve preparándote también para la secuela que, al parecer, tiene preparada el director, Adam Robitel, junto al productor Neal H. Moritz y al guionista Bragi F. Shut. ¿Conseguirá superar a la predecesora?

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