“¿Saben cuántos kilómetros de costa tiene Galicia?” Con esa pregunta a la audiencia inició ayer 17 de septiembre el paso de la obra de teatro “Fariña”, el cual se extenderá hasta el próximo 11 de octubre, por las Naves del Español del Matadero de Madrid. Luego del éxito cosechado en las salas de toda Galicia desde el año pasado, la adaptación del libro de Nacho Carretero –dirigida por él mismo y por Tito Asorey- llega a la capital para demostrar que su nivel es capaz de superar hasta las expectativas más optimistas.
Fariña hace que el espectador esté atento e interesado en todo momento, provocando que un simple pestañeo pueda convertirse en un error. Se trata de todo un espectáculo que consigue condensar en algo menos de dos horas todo aquello que el contrabando y la droga ocasionaron en la Galicia de los ochenta. Para ello cuenta con un elenco tan reducido como talentoso: Marcos Pereiro, María Vázquez, Xosé A. Touriñán (a quien sustituirá Victor Duplá a partir del 29 de septiembre), Sergio Zearreta y Cris Iglesias dan una clase magistral de actuación que sorprende y maravilla a partes iguales. A pesar de contar con solo tres actores y dos actrices, la obra abarca varios géneros muy distintos entre sí con el objetivo de trasladar al público un amplio abanico de emociones.
Ese objetivo se cumple, además de por el destacable trabajo del reparto, gracias al buen uso de la puesta en escena sobre el escenario. El constante juego de luces y humo o las proyecciones de imágenes en una gran pantalla son solo algunos de los recursos que, además de adornar el entorno de la presentación, constituyen un marco contextual muy útil para los asistentes.
Tal y como sucedió con el contrabando en Galicia, “Fariña” evoluciona a través de un crescendo vertiginoso y cargado de euforia. Cuando llega la caída y la droga causa estragos en la sociedad, todo frena en seco. Ahí es cuando la producción alcanza un nivel superior, dejando que el silencio duela y taladre la mente del público. Es imposible ver Fariña sin reflexionar sobre la lucha de clases, las injusticias que causa el dinero –o la falta de este- o la muerte.
La obra de Nacho Carretero y Tito Asorey es prácticamente perfecta. En unos cien minutos el público ríe mucho, canta, interactúa, aplaude y piensa en silencio. Creo que el muy recomendable producto final debería llegar en algún momento a los teatros de toda España. Lo merece. Sería el desenlace ideal para un grupo que cuenta y muestra a la perfección todo lo que supuso la droga que entraba por los 1498 kilómetros de costa que tiene Galicia.