El Hip Hop es un movimiento de elementos e influencias. Los elementos son cuatro, aunque algunos se atreven a añadir otros, y las influencias son infinitas, casi tantas como personas que desarrollan el género. En los albores del mismo, aunque fueron negros y latinos los que pusieron las primeras piedras, lo oriental también estuvo presente de una forma u otra.
Los lazos asiáticos con el género no son evidentes. Buscar sus orígenes, es complicado, pero “haberlos haylos”. Pequeños detalles en la cultura popular que fueron empapando a ciertos referentes hasta que inevitablemente estallan en su madurez artística. Influencia sobre todo visual y ambiental, sorprenderá a más de uno la cantidad de samples que nacen de bandas sonoras de clásicos orientales y de animes.
BRUCE LEE Y “ENTER THE DRAGON”, REFERENCIAS DE UN CLÁSICO
Los primeros tintes que dieron un color amarillo al hip hop estadounidense fueron las películas de Kung Fu. A finales de los ochenta y principios de los noventa, la televisión pública americana estaba repleta de estas películas de acción en las que las artes marciales eran el atractivo principal. Adolescentes de los barrios más humildes del país se entretenían viendo como unos guerreros hercúleos luchaban contra el mal, siempre guiados por el honor y la disciplina.
El ejemplo más claro de esto es Wu Tang Clan. Es imposible hablar de este tema sin mencionarles, y de obligada necesidad ponerles en primer lugar. RZA, y sus primos, GZA y Ol’ Dirty Bastard, se acercaron desde que eran jóvenes tanto al Hip Hop como a las películas de Kung Fu que abarrotaban la parrilla pública. Era inevitable que ambos puntos se juntarán en algún momento. Empezando por el nombre del grupo que fundarían, y siguiendo por elementos sonoros.
Decir que los fundadores del grupo tenían muchos gustos comunes es quedarse algo cortos quizás. Escuchantes de los mismos grupos de la Golden Age, también compartían favoritos en el cine oriental. “Shaolin vs Wu-Tang” estaba puesta en un altar por todos, y el nombre del colectivo tenía que tener una clara referencia. Por si no fuera suficiente, el primer trabajo también hacia sus guiños. Con “Enter the Wu-Tang: 36 Chambers” recurrían a la nostalgia de “36 cámaras del Shaolin” y “Enter the Dragon” de Bruce Lee, honrando todavía más a las películas que disfrutaban de pequeños.
En cuanto al ambiente sonoro, la atmosfera de este género cinematográfico empapa de igual forma el álbum debut. Teniendo directamente canciones como “Da Mystery of Chessboxin” que utiliza samples de bandas sonoras y diálogos de películas, lo cierto es que todo el disco mantiene una actitud de seriedad y honor propias del leitmotiv que se trata. Esto, sumado a unos pianos agudos que dominan la melodía en acordes de tensión, y la presencia de ese ruido estático presente que recuerda a la calidad audiovisual de los ochenta, convierten “36 Chambers” en todo un tributo a Oriente.
PELEAS DE KUNG FU A TRAVÉS DEL SKRATCHIN
Al otro lado del país, los encargados del llevar el homenaje de oriente serían los DJs de competición. En los albores del movimiento, cuando el renombre en las calles era lo más importante para los artistas emergentes, los jóvenes se medían por respeto. Unos a través del breakdancing o el raping, y otros mediante el scratching. Como muestra de la importancia de este fenómeno, la película Juice de Tupac gira alrededor de este tipo de torneos.
El punto neurálgico de todo estaba en California, y es allí donde gente como DJ Qbert o Mixmaster Mike buscaban los samples más sorprendentes para vencer al rival. Da igual si las fuentes eran de Soul o de Funk, de disco o de Jazz, lo único imprescindible era un corte de una película de Kung Fu. Los cortes y las proclamas tradicionalmente filosóficas que recogían estas cintas eran las que creaban ese ambiente artísticamente bélico. Quotes sobre la voluntad, las habilidades o la pureza que buscan encontrar la superioridad moral.
También de forma estética, que es lo habitual, muchos de estos artistas de este tipo adquirieron la figura de Bruce Lee en su logo. Si antes hablamos de Mixmaster Mike, el que fuera Dee Jay de los Beastie Boys se presentaba a los campeonatos con el icono adaptado de la escuela Jet Kune Do donde el especialista de artes marciales daba clases de las mismas. Pura poesía.
JERU THE DAMAJA Y KENDRIC LAMAR RECOGEN EL TESTIGO
Sin ir muy lejos temporalmente, el también neoyorkino Jeru the Damaja demostraba unos años más tarde la misma pasión. Si “Enter the Wu Tang” se lanzaba en 1993, sería en el 96 cuando veía la luz “Wrath of the math”. En la portada de este, el rapero aparecía con un traje tradicional al más puro estilo Chaozu de Dragon Ball, declarándose incondicional apasionado de las artes marciales.
A diferencia de sus contemporáneos, la influencia cultural del otro lado del mundo es más estética que sonora. Aunque si que mantiene ese ruido estático similar a Wu-Tang, lo cierto es que el grupo de RZA y compañía hicieron de esta preciosa suciedad una marca de identidad del hardcore rap de la costa este. “Ya Playin’ Yaself”, canción grabada en Hong Kong y con un vídeo clip en el que se recrean escenas de películas orientales es la única excepción de un disco que no persigue este concepto.
Muchos otros ejemplos han tenido estos acercamientos sutiles. Jaylip sampleando la banda sonora de “El último combate” o Prodigy haciendo lo propio con “Hong Kong Connection”, son algunos ejemplos.
De una forma más notable, Kendrick Lamar decidió aportar a uno de sus alter ego características shaolín muchos años más tarde. De esta manera, crearía en el 2017 a Kung Fu Kenny. El de Compton creó este personaje para su disco “Damn”, aumentando la lista de los mil apodos que desde los inicios de su carrera ha ido adoptando. Como Kung Fu Kenny, a.k.a la tortuga negra, abrió su presentación en el Coachella con una performance de tres actos en la que unos especialistas le acompañaban en la tarima haciendo acrobacias marciales.
IMPORTACIÓN ESPAÑOLA
Desde el otro lado del Atlántico, y con una historia del Hip Hop muy ligada en influencias con los Estados Unidos, en España también jugamos con estás referencias al mundo oriental. El género que entró por la base militar de Torrejón llego a todas las partes del país, y cada una de ellas rindieron homenaje de la mejor forma que entendieron.
En estos términos, uno de los casos más conocidos es el de Sho Hai. El miembro de Violadores escogió su main name en colación con las películas orientales que se ponían de moda en sus adolescentes ochenta. En especial, fue “El mono borracho en el ojo del tigre”, el origen de este y del resto de sus sinónimos. Siendo algo más de forma que de estilo, viendo el título se entiende perfectamente porque el rey beodo lo escogió. De esta cinta también salen otros alter egos: Garra de cristal, Hwang Jang Lee o Yuen Hsiao Tien.
Desde el sur, Jefe de la M o Acción Sánchez añadieron de una manera más integral toda esta ola. El malagueño adoptó por un tiempo el nombre de Bobby Lo, con el que sacó su disco “Entra el dragón”. Inspirado en las películas de Bruce Lee (“Enter the dragon” y “Juego con la muerte”) este LP de 16 temas cedió producciones, con cortes y temáticas de estos filmes doblados al español, a grandes figuras del sur. Por su parte, Acción Sánchez estrenó “Kung Fu Breaks” al estilo de los DJ de competición angelinos, quienes no entendían que una composición no incluyera algún grito de guerra.
UN PRESENTE DOMINADO POR EL ANIME JAPONÉS
En la actualidad, las cosas han cambiado mucho. Si antes los referentes que dominaban el panorama eran jóvenes nacidos en los 70 y 80, ahora son los raperos de la generación Z los que parten el bacalao. Nacidos en los 90, las películas de Kung Fu tradicionales se quedaron rezagadas en favor de los dibujos animados que llegaban desde Japón.
El que está leyendo entenderá esto mejor que lo que se escrito hasta ahora. Digimon, Naruto, Oliver y Benji, One Piece… las mil series de animación que te han acompañado en tu infancia también fueron compañeras de aquellos coetáneos a los que escuchas. Inevitablemente, en un movimiento que es un reflejo directo de la vida y la cultura popular, tiene que aparecer implícito de una manera u otra.
Lo más normal es que esto se desarrolle de una manera visual. Portadas de discos y de singles que siguen los patrones artísticos de los mangacas y artistasnipones. En este sentido, uno de los grandes artistas que más veneración siente es Kanye West. Fan acérrimo Haruki Murakami, utilizó al artista para rediseñar el oso de “College Dropout” en “Graduation”. Antes con un estilo realista y fotográfico, Murakami creo un nuevo protagonista inspirado en su Superflat, movimiento artístico propio en el que la estética del anime es central.
En las letras también se pueden ver estas influencias. Barras finas que recurren a comparaciones directas con personajes del anime. Joey Bada$$, por ejemplo, ha utilizado en más de una ocasión líricas relacionadas con Dragon Ball. Utilizando este recurso para demostrar su capacidad en la escritura, reza en Catharsis: “I’m a young Wayne, I’m going insane, Liu Kang Super Saiyan whenever the loops be playing”.
Las bandas sonoras y los main themes no podían salvarse de la adaptación al género. Siempre oportunas, la música que acompaña los animes japoneses son perfectas selecciones para que lo que veamos se grabe en nuestra memoria. Se puede decir que son potenciadores de sentimientos. Siendo un hecho casi axiomático, muchos los eligen como samples para buscar el mismo objetivo en sus oyentes. Hay tantos ejemplos que es imposible mencionarlos todos. Por mencionar uno, A$AP Rocky utiliza la muestra de “Hokage’s funeral” de Naruto en su tema “Smokin’ Dope”. Disfruta.
Después de tantas cosas escritas, poco más que decir que no se haya dicho. Esperando resumir el concepto buscado, cualquier elemento de inspiración es válido para aportar al movimiento Hip Hop. Al final no deja de ser un tema de realidad. El resultado final de la obra de un artista está empapado y matizado por detalles, a veces imperceptibles, pero determinantes. Ser real en el mayor de los casos no está relacionado con la dureza de carácter, si no en honrar el camino por el que has pasado cuando se tiene la oportunidad.