«Ingenieros del alma», así llamaba Stalin a los escritores y artistas en general. Ósip Mandelstam fue uno de esos ingenieros del alma oprimidos y condenados por el régimen del dictador georgiano. Vaciad la tierra (Pre-Textos, 2023) narra sus últimas semanas de vida. En 1934, Ósip sufrió torturas y un destierro de cuatro años malviviendo con su esposa e intentando defender lo poco que le quedaba por salvar: su dignidad y su memoria. Esta novela comienza en 1938, cuando Ósip es detenido de nuevo por escribir un poema contra Stalin, y esta vez su destino es Siberia.
Esta es la primera novela de Agustín Pérez Leal (Teruel, 1965) y está dividida en tres partes llamadas «Matadero», «Despiece» y «Despojos», etiquetando al ser humano, como lo hizo el régimen aquel con Mandelstam y tantos otros, como animales. En las primeras páginas, se advierte a un poeta al que le ordenan que se presente pero que no reconoce ni siquiera dónde está. No tiene miedo, eso era antes, pues ahora lo que siente es asco, o ni siquiera eso, solo agotamiento. En un intento desesperado, escribe un poema alabando al dictador, por si eso pudiera salvarle, igual que intentó cortarse las venas sin éxito: dos opciones que representan el sufrimiento extremo que el ser humano es capaz de aguantar.
En un juicio donde su condena ya está decidida y que es un paripé para humillarlo aún más, el protagonista no se demora en firmar su propia condena. Se acabó escribir poemas en las celdas o en los pasillos, pues pronto entrará en un tren con destino a Siberia. Él es un poeta incómodo que conviene tener callado pero vivo; Stalin defendía aquello de «aislar, pero preservar». Ósip creyó en la revolución, pero ahora la ve imposible en un Estado donde todo es delito, sobre todo pensar, y donde se acumulan los golpes a todas horas y en todas partes. El narrador dice que el mundo entero es un tren a Siberia con tantas nuevas órdenes y experimentaciones bajo el lema «Venceremos la enfermedad y la vejez», que se cumple porque no les da tiempo a envejecer ni a morir por enfermedad, ya que antes son fusilados.
El personaje de Ósip que construye Pérez Leal es un ser abatido, completamente alicaído, y podríamos decir resignado y rendido, aunque mantiene algo de fuerza y ansia de lucha. En definitiva, un personaje débil que no come y tiene sueños agitados y está en manos del enemigo. Una especie de Quijote que lucha contra enemigos que sabe que no va a vencer. El propio Ósip dice que tiene las dimensiones de una nube y la estatura de la nieve y también su duración. Se trata de un protagonista que se aplica la cita de Dante, «lasciate ogne speranza», y deja atrás toda esperanza conforme avanza. En un momento de la novela, Ósip dice que ser escritor y ser poeta son cosas diferentes, y que los grandes poetas «están muertos, desterrados o silenciados como yo».
Vaciad la tierra es la historia de Ósip Mandelstam, pero es también la de otros tantos poetas y habitantes rusos que vivieron bajo la terrible dictadura estalinista. En ella, la acción se mueve con lentitud, como el cuerpo del propio Ósip, y el autor pone el foco en el lirismo sórdido de la narración. Se trata de una novela que, por su contenido histórico y veraz, resulta interesante, y la forma en que está escrita aumenta su atracción. Al final, Ósip cree que van a vaciar la tierra, como reza el título del libro, de seres humanos de tantos fusilamientos y tanto terror como hay en Rusia, ese mundo de «náufragos y lobos» donde la última obligación del ser humano es mantenerse con vida y donde la historia se ve más clara desde el lado de los vencidos. Por otra parte, el narrador dice: «Morir da igual, vivir se le parece», aunque concluye: «Cada vez que anochezca en las cárceles de Moscú se hará de noche sobre la humanidad entera, como si no quedase nada digno de cosechar sobre la vasta y generosa tierra».
