Joyas que camuflan las paredes desconchadas

Toteking analiza en 'Memorias de encierro, rimas y tiburones blancos' sus demonios interiores con un registro afilado que profundiza en las impurezas del ser humano y de la sociedad.
toteking
Toteking / ABC

«Viajar a tus recuerdos es buscar pelea», reza la contraportada de Búnker. Memorias de encierro, rimas y tiburones (Blackie Books, 2020). Esta obra reúne trazos de biografía y muchas anécdotas personales de Toteking (Sevilla, 1978). Cuando nació, a este rapero le pusieron Manuel, que derivó en Manolote y de Manolote, a Tote. El king fue la coronación simbólica y nominal de un artista total.

Portada de ‘Bunker’ / Blackie Books

Con prólogo de Enrique Vila-Matas, estas memorias tempranas tienen como objetivo encerrarse en un búnker para gritar lo que la vida, a veces, nos inocula como un veneno. El autor quiere desahogarse y para ello ha escrito una obra que es una oda a su padre, a la música y a la literatura. Toteking mezcla aquí rap y literatura, aquella en la que su padre le inició. Un progenitor, por cierto, que escuchaba a Miles Davis mientras leía a Valle-Inclán y que se mantuvo fuerte mientras la enfermedad lo arrasaba por dentro. Los padres de Toteking estudiaron medicina y tuvieron tres hijos, pero él habla sobre todo de su padre, entrenador de baloncesto y amante de la literatura y de la música. De hecho, todo el libro está repleto de recomendaciones literarias y musicales insertadas en la narración por la influencia cultural que su padre tuvo en él y que lo convirtió en un gran lector.

En la introducción, el narrador protagonista ante el que Toteking nos sitúa habla de aquellas cosas que odia, una declaración de intenciones sobre lo que versará el libro. Al final, este mismo protagonista llega a la conclusión de que quiere pasar la vida con la menor carga posible de odio, por lo que hay una evolución considerable.

Tras este breve episodio, vemos a un narrador que escribe sobre su infancia, sus inicios en la música, sus amigos y su barrio de Sevilla, ciudad que ama, pero con la que mantiene una relación irregular. Allí, mientras ignoraba las miradas hostiles y burlonas que levantaba su vestimenta como fan del hiphop en los noventa, comenzó a estudiar filología inglesa, pero no terminó la carrera. Ser rapero o aspirar a serlo en la España de aquella época todavía levantaba risitas. Le fue de gran ayuda que uno de sus profesores le recomendara a Vila-Matas, porque en él conoció a un gran escritor que le marcó en su trayectoria como lector y compositor.

Más tarde nos habla de los veranos en casa de su abuela, sus ensayos musicales, su comienzo en la universidad y sus relaciones de amistad. Escribe sobre su transición del rock al hiphop y su carácter tímido. Perteneció a un grupo llamado La Alta Escuela, donde también estaba su hermano, el rapero Shotta, junto con otros miembros. El autor intercala letras de sus raps al comienzo de algunos capítulos, donde establece una firme crítica a la sociedad superficial y avariciosa que se oculta tras la ostentación, tal y como dice en su canción Rebelde por defecto (2008): «Todo ese pellejo que te cubre es la fachada / las joyas te camuflan las paredes desconchadas». Narra cronológicamente aquellas anécdotas que más le han marcado y habla sobre la importancia del azar y la inspiración en la vida de un artista.

El lector se pregunta qué es real y qué no en este relato de la vida de Toteking. El narrador analiza en estas páginas sus demonios interiores con un registro afilado que profundiza en las impurezas del ser humano y de la sociedad. Mantener las convenciones sociales y asistir fielmente a ellas por cortesía da dolor de cabeza, o de barriga, o los dos a la vez. Cuando odias el manual de instrucciones de la vida, las normas de qué debes hacer y en qué debes convertirte te asfixian. Toteking combina aquí el pesimismo con la alegría. Su literatura está impregnada de una tinta negra, palabras a veces como el carbón, pero es solo tinta de calamar que usa para defenderse de actos hostiles. Al final, el narrador siempre termina destellando. Los bofetones de realidad pasan factura a un protagonista que se refugia en esta oda a su padre carente de sensiblería, pero que sí posee elegancia en su escritura.

Compártelo

Share on facebook
Share on twitter
Share on whatsapp
Novedades semanales.

+ Artículos relacionados