Normalmente, cuando hacemos una retrospectiva a cualquier película, analogía o época del pasado, hay un factor destacable en la estética imperativa de las personas de ese tiempo, que destaca frente a cualquier otro, ese cigarro en la mano y el humo saliendo por los orificios faciales de estos.
A menudo tomamos el fumar como un habito metido en nuestro día a día, un habito que vemos tan normal como la hora de desayunar o el irse a dormir, normalmente también ligadas a este malsano habito. Lo vemos en familiares, amigos, transeúntes, pero sobre todo y ligado al tema más relevante y que nos ha traído hasta aquí, lo vemos en la pantalla, en películas, series, y en todo tipo de producto que sea consumida por nosotros los espectadores de una manera fácil y atrayente.
Precisamente empecé a tomar conciencia de esto viendo la serie True Detective, donde su protagonista, Matthew McConaughey haciendo de Rust, es un personaje que no pasa casi ni un fotograma de esta sin llevarse un cigarrillo a la boca, fumando compulsivamente y sin razón aparente, pero en realidad, ¿Quién tiene una?
La mayoría de veces en las que se visualizan a tus protagonistas favoritos y personajes de la gran pantalla como grandes fumadores, esto se presenta como una característica de estilismo, un habito que le otorga a esa persona un dote especial de magnetismo y carácter que hace que te sientas atraído hacia la idea de echarte unas caladas.
Desde macarras como Travolta en Grease, a mujeres icónicas como Uma Thurman en Pulp Fiction, pasando por Clint Eastwood en cualquiera de sus filmes de antaño, te muestran personajes de diferentes cortes e indoles, cada uno metido en su propio rol, con una característica común, todos fuman. Estos lo hacen parecer un habito super guay que te dará ese toque interesante del que careces, presentándotelos como héroes de la gran pantalla bajo esa estela de espeso humo.
Sin irnos más lejos, en nuestro cine patrio por poner un ejemplo, Javier Gutiérrez en la Isla Mínima, a pesar de estar lejos de ser el típico galán bohemio de película americana, se muestra en su papel como un policía de pasado oscuro con infinidad de traumas, que fuma y bebe en grandes cantidades para olvidar, mostrando una vez más ese lado de tipo duro y misterioso que te atrapa y te invita a ese estilo de vida.
Mención especial también, a los famosísimos Peaky Blinders, la gran familia de gánsteres ingleses que tanto daño ha hecho a muchos jóvenes, por creerse la vistosa pantomima del whisky, los cigarros y esos cortes de pelo, e intentar llevarlo, con pésimo resultado, a sus vidas terrenales.
Una vez escuche decir a alguien, ‘’Fumar arriesgando mi salud a cambio del estilo y la pose que me otorga, sin duda merece la pena’’. El tema a debatir en todo esto no es el porque un lado de la sociedad mas joven, y no tan joven, se ve empujada antes al consumo del tabaco, sino mas bien el papel que tiene la propia industria cinematográfica, englobando obviamente las series, en esta cultura por el fumar.
Normalmente en las películas, digamos más enfocadas o ambientadas en un par de décadas atrás y siguiendo cíclicamente en el sentido contrario, se muestra en su mayoría una realidad donde el tabaquismo alcanzaba unas cotas muy altas y era una costumbre tan típica casi como el hecho de beber agua con las comidas.
Aquí ya no hablo de teorías ‘’conspiranoides’’ acerca de si las grandes productoras tienen un contrato con el demonio que parecen ser las empresas tabaqueras, porque es obvio y algo totalmente indiscutible que de los 2000 hacia atrás, la sociedad no estaba concienciada con un problema tan grande como era el tabaquismo y se fumaba mucho más, ya sea por falta de información acerca de sus efectos, o como alegan algunos, porque ‘’eran otros tiempos, la gente se limitaba a vivir’’. Muestra de ello, era el hecho que se permitía fumar en establecimientos públicos como bares, cafeterías o en lugares que hoy veríamos tan impensables como hospitales o colegios.
Por otro lado, choca pensar en la circunstancia de que siempre se muestre a los mismos personajes cigarro en mano, independientes, atractivos, con unos rasgos a veces de soledad e introversión, con una mentalidad interesante y con algo que contar acompañado de largas caladas, cuando realmente el tabaco produce el efecto contrario en muchas ocasiones, mal olor, peor aspecto y una gran debilidad ligado a la dependencia por algo que realmente no es necesario y que te mata poco a poco.
¿Casualidad? ¿Paranoia? No lo sé, pero la realidad se muestra a favor de una teoría en la que parece reforzarse, que el traspaso de maletines por parte de las tabaqueras en los despachos de los productores se hace mas menudo de lo que creemos.
Una actitud que se puede mostrar como lo que es, un hábito terriblemente perjudicial, se tiñe con pinceladas de estilismo y personalidad, haciendo el fumar algo realmente atractivo para un publico cada vez mas influyente.
Sin embargo, también hay que decir a favor de todo este tema, que a medida que la sociedad avanza, que hay más conocimiento sobre los efectos reales del tabaco y que somos cada vez personas más concienciadas con nuestra propia salud, la nueva era cinematográfica no presenta de una manera tan intrusiva y aplastante a sus personajes como individuos con grandes vicios malsanos. Esto puede ser debido a una mentalización positiva por parte de las grandes productoras o simplemente y derrocando el gran mito de los tratos con grandes multinacionales tabaqueras, que en el año en el que vivimos, no se fuma tanto, y lo que se lleva a la gran pantalla es simplemente un reflejo de la temporalidad en la que estamos, dando a entender claramente que antes eso sucedía en personajes como los chicos/as Tarantino, debido a la ambientación o época en la que se rodó la película.
Sea culpa de la época o de grandes tratos en la cúspide, la conclusión clara es que echarte un cigarro a la boca se ha quedado en la cabeza de muchos/as como algo ‘’cool’’ y como una actitud de la que fardar siempre que puedas. De esa idea y de mostrar esa pose con más frecuencia, al final se convierte en adicción real. Puedes pensar que es una falta de carácter o personalidad, y que habla mucho de tu convicción, pero siendo sinceros, ¿A quién no se le ha pasado alguna vez por la cabeza, el probar la sensación que tiene su gran héroe de la pantalla cuando le da una profunda calada a su cigarro?