La Llamada llega al Cervantes con una inteligente fusión de temáticas y personajes

El Teatro Cervantes de Málaga llena por completo su aforo ante la esperada y aclamada representación teatral de La Llamada, musical que ha supuesto todo un fenómeno y consagración de Los Javis como unos de los directores y creadores más resonados de nuestro país, y que ya apuntan marcar y definir toda una generación.

Dos jóvenes imprudentes conviven en un campamento de monjas. Una de ellas, María (Nerea Rodríguez) empieza a experimentar extrañas alucinaciones en la que visualiza a Dios (Raoul Vázquez) encarnado en un hombre interpretando canciones de Whitney Houston, provocándole una enorme confusión e incomprensión ante los ojos de su amiga Susana (Lucía Gil), la ingenua monja Milagros (Erika Bleda) y la rígida Sor Bernarda (Mar Abascal).

Lo absurdo se nos presenta como vehículo en La Llamada de manera cautivadora y simpática, de forma que el argumento, a lo largo de su desarrollo, consigue normalizarse e incluso estremecer al público mediante la alternancia de diálogos cómicos y enérgicas canciones.

La frescura y cercanía de los actores a un público completamente heterogéneo, así como la presencia de una banda de rock en vivo que da sonido a canciones originales, conforman La Llamada como una auténtica experiencia que alberga una curiosa historia que mantiene la atención del espectador de principio a fin.

Las alucinaciones en las que Dios se materializa en canciones de la propia Whitney Houston, quedaron potenciadas bajo la voz de Raoul Vázquez, uno de los concursantes más aclamados y apreciados de la edición de Operación Triunfo de 2017, al igual que su compañera y protagonista Nerea Rodríguez. Asimismo, la naturalidad y gracia que desprendieron las interpretaciones de Lucía Gil, Erika Bleda y Mar Abascal provocaron incesables risas y aplausos durante toda la actuación. 

Los personajes pertenecientes a su reinterpretación en la versión cinematográfica guardan un acercamiento paralelo a su representación teatral, pero esta última, configura unos perfiles un tanto más exagerados y chistosos. 

Además de este brillante reparto, la escenografía y la puesta en escena contribuyeron a crear el ambiente moderno pero al mismo tiempo sarcástico, que conforman la estética y personalidad propia y distinguible de sus creadores.

El humor disparatado que envuelve toda la trama y protagonistas contiene, en cierta manera, unos tintes un tanto conmovedores. Deja entrever un trasfondo que alude a la libertad de elección e individual de cada persona y a la infinidad de caminos y posibilidades a los que encaminar la vida.

En conclusión, La Llamada configura una inteligente fusión de temáticas y personajes, que aparentemente nunca podrían funcionar juntos en la realidad cercana, pero cuya combinación irónica convierte al musical en una confrontación y al mismo tiempo, unión entre la cultura más joven y la más tradicional, tanto en apariencia como en ideología. Simultáneamente, se juntan y aglutinan monjas, adolescentes, fiestas, reggaetón, canciones religiosas, homosexualidad y una figura de Dios bastante terrenal, en una atmósfera un tanto imposible, surrealista, y disparatada, pero cuanto menos, divertida y amena. 

En el juego de contrastes, Los Javis parecen ser los que se llevan la primera medalla.

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