Otro año más de diversión, nostalgia y partidas al Doom en Retropíxel

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Antes de entrar en detalles sobre cómo fue la edición de Retropíxel de Málaga de este año, imagínate por qué servidor llevaba desde el Viernes Santo –creo recordar- hasta el pasado día 22 sin hacer planes de ningún tipo, ya que estoy a menos de un mes de hacer unos importantes exámenes y el tiempo es oro. El motivo está bien claro, y hay varios factores que llevan a ello:

1: Sentirte realizado en bastante medida, al aportar tu granito de arena a quienes más lo necesitan: el sábado pasado por la mañana fui con un amiguete a la fiesta y con 11 kilos de comida para entregárselos a la asociación Videojuegos x alimentos. Allí me recibieron muy amablemente sus encargadas (que, además, ya me conocen por haber acudido a ediciones anteriores de Retropíxel, a pesar de que mi melena podía dificultarlo bastante).

Esta iniciativa destina toda la cantidad recaudada a los Ángeles Malagueños de la Noche, que se reparte a quienes más lo necesitan. Y así, uno, además de haber hecho un gran gesto, acaba pasándolo bastante bien, ya que te puedes llevar, depende de los kilos de comida de los que dispongas, videojuegos, o hardware bastante interesante, como es mi caso, que me pude llevar un volante con sus respectivos pedales para la PS2, ahora que a mi hermano le ha dado por tener esta ya legendaria consola…

Al acabar el evento, los organizadores de Videojuegos x Alimentos pudieron contar un total de 1.537 kilos. Esta cifra se queda un poco lejos de la que consiguieron el año pasado, que fue de casi 2.000. Pero, en cualquier caso, se demuestra el interés de los asistentes por colaborar en la causa, y sin duda pueden sentirse satisfechos por la labor. De hecho, hasta el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, les hizo una visita y todo.

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2: Estar rodeado de muy buena compañía: a Retropíxel, por lo general, vamos gente que tenemos el mismo gusto en común: la informática y los videojuegos, aunque algunos de ellos sean de la época de María Castaña. Y eso lo convierte en una experiencia muy chula y agradable, ya que ver a niños que, junto con sus padres, empiezan a hablar de “Super Mario 64” demuestra que hay cosas que, a pesar de su longevidad, no tienen por qué acabar en el olvido ni resultar aburridas. Retropíxel es un mundo en el que no hay edad.

El Commodore 64, mítico ordenador de los ochenta, que muchos ya asociarán a la señora citada en el párrafo anterior, es uno de los puntos de atención en Retropíxel gracias al concurso de MicroHexagon. Esto es un juego en el que tienes que procurar que una pelotita en forma de píxel no toque los bordes de un hexágono que va rotando, agrandándose y cambiando frenéticamente de forma al ritmo de la música y de efectos estroboscópicos, para acabar batiendo el mejor tiempo (uno de los organizadores del evento, un chaval jovencito y muy alegre, llegó a aguantar más de dos minutos…) y llevarte un interesante premio al final del evento.

3: Los concursos: toda actividad que se precie en la que tienes que poner a prueba tus habilidades no la rechaza casi nadie. Aquí podías competir con otros jugadores en un torneo de Street Fighter II, o en un partido de 8 bits en el legendario Pong. Por no hablar del mítico Sega Rally en versión de Scalextric, o un trivia sobre videjuegos, que era una novedad en el evento este año.

4: Las novedades, que no solo fueron aquel trivia precisamente. Los curiosos pudimos vivir una experiencia que nos ofrecía el estudio de videojuegos Master Crowd Games, que realizan su actividad en el Polo Digital de Málaga. Se trataba de un juego de realidad virtual, “The Magician VR: The Curse Wand, en el que tenías que usar tu varita mágica para realizar conjuros y, así, atacar a los enemigos que se te presentaban, o incluso apagar hogueras. Y es que cosas como esta no las puedes vivir siempre, aunque tuviera a cierto zombi delante de mí atacándome y sin poder quitármelo de encima.

Otra novedad que personalmente he experimentado es que este año en Retropíxel había más stands de desarrolladores independientes o aficionados a videojuegos que en otras ediciones. Auténticos amantes de la informática retro que, a día de hoy, siguen produciendo y comercializando sus propios títulos para una pequeña pero importante cantidad de gente. Puedo suponer que el que haya más de estos puestos que en otras ediciones pueda deberse a que Retropíxel esté ganando aún mayor popularidad de la que tenía antes.

Hubo, curiosamente, un pequeño apagón el sábado por la mañana, al poco de empezar, que eclipsó el evento durante algunos minutos. Se trató, por lo visto, de un sobrecalentamiento. Pero, lejos de aquello, el evento transcurrió sin problemas, si bien aquello podía ser lo único capaz de echarlo por alto (eso y que no uno mismo no tuviera ganas de divertirse, vaya).

Todo esto que he comentado supone un sinfín de experiencias que hacen que valga la pena ir a Retropíxel. Sí es cierto que esta vez eché en falta más de los videojuegos “modernos” para poder competir dos amiguetes. En otras ocasiones, había más juegos como los Mario Kart de antaño o de las consolas de 16 bits en general, si bien nos pasamos el “Metal Slug 2” completo en una de ellas.

A pesar de todo, entiendo que este año Retropíxel celebraba el 40 aniversario del ordenador MSX, y por eso tuvo mayor presencia esta consola, al igual que no debemos olvidar que la finalidad de Retropíxel es, en mayor parte, divulgativa, con su variedad de conferencias en las que varias personas expertas dan una masterclass sobre un tema determinado, o con su zona de exposición llena de juegos, videoconsolas y ordenadores de la época “de oro” del software español. 

En esta edición también se conmemoraba el 30 cumpleaños del mítico “Doom”, un intenso y sangriento videojuego que, por si no lo sabes, se puede jugar, por lo general, en cualquier aparato que tenga una pantallita, incluso en un test de embarazo… Por eso, el cartel de este año lo protagonizaban el personaje de esta saga, quien portaba en su mano uno de aquellos ordenadores MSX, en medio de un escenario apocalíptico (pero cómico).

Retropíxel, por lo general, es una experiencia tan divertida que a casi nadie le interesó para acudir el domingo… ¿Qué le vamos a hacer? En cualquier caso, mi estancia el sábado 22 estuvo genial. Y veremos qué sorpresas nos tienen preparadas sus organizadores para el próximo año. Gracias, de nuevo, por todo!!

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