El cine es muy subjetivo. Hay películas que para algunos son obras maestras y, para otros, no son más que un cúmulo de despropósitos. Lo cierto es que ambas parten tienen razón y erran al mismo tiempo. Con motivo del tercer aniversario de su estreno en cines, hacemos un repaso de Pieles, el filme con el que Eduardo Casanova saltó a la gran pantalla.
Pieles es un filme que está hecho para generar polémica. Su estética es impactante, a la par que arriesgada y, desde el primer minuto, deja claro que no quiere dejar indiferente a ninguno de sus espectadores.
La ópera prima de Eduardo Casanova cuenta con una premisa muy interesante: el miedo y el rechazo a lo desconocido, pero, a la vez, lo genial que es ser diferente. No todas las historias que se presentan en la cinta cuentan con el mismo interés, pero su idea inicial se va diluyendo con situaciones disparatadas y que sacan absolutamente de contexto.
Su estética rosa y morada chirría y acaba resultando excesiva e innecesaria. Escenas como la protagonizada por Carmen Machi quieren quitar importancia al tema tan dramático que tratan, pero en ocasiones roza el ridículo. Que Pieles no tenga un género en concreto podría ser bastante positivo, pero intentar disfrazar lo trágico en una comedia dantesca con palabras malsonantes.
Pese a que la película pueda agradar o espantar al espectador, está claro que Eduardo Casanova ha arriesgado bastante, y es de aplaudir. Está claro que uno de los propósitos de Pieles es generar rechazo y que al público le parezca desagradable contemplar el rostro de Ana Polvorosa o de un irreconocible John Kortajarena. Por tanto, los objetivos están más que cumplidos. Sin embargo, da la sensación de que se podría haber sacado mucho más partido a una historia que carece de conclusión y que se hace larga pese a durar 77 minutos.
Valoración: 2/5
Lo mejor: Un irreconocible Jon Kortajarena y una brillante Macarena Gómez
Lo peor: Si el espectador no logra conectar con ella desde el principio no la disfrutará