¿Qué es ser fotógrafo en las protestas de Cataluña?

Llevaba semanas, esperando y preparando lo que fueron uno de los dos días mas importantes de mi vida, en relación con el trabajo. Llamadas, contactos, grupos, equipo, era el momento perfecto para cubrir la tormenta perfecta que se venía avisando desde hace meses. Sin embargo, tomar la decisión de ir a un lugar que, según las noticias, era parecido a cuanto menos a París en su peor momento o, incluso, a otros países en conflicto, se planteaba complicada y, en algunos momentos, incluso peligrosa.

La misma noche anterior a tomar el AVE que me dejaría en la Plaça dels Països Catalans, viendo los directos que retransmitían de forma excepcional prácticamente todas las cadenas nacionales, incluso voló la idea de no ir, sin importar las consecuencias laborales de una decisión que ya había sido tomada. Cientos de heridos, caos y destrucción creando escenas que pocas veces se han visto en democracia.

Al llegar esperaba una ciudad diferente a la que había visitado en otras ocasiones, algo parado, cortado, incluso petrificado, pero lo que me encontré fue un control de acceso a la estación de Sants y no más de 3 furgones que podrían verse en un día normal. La idea de que la prensa distorsionaba la realidad volaba con mucha fuerza en mi cabeza. Una Vía Laietana intacta, la diagonal con tráfico, la calle Balmes con gente en las terrazas tomando bebidas. Nada de caos, de destrucción, de cajeros reventados o de marquesinas destruidas.

Manifestación por la Libertad de los Presos Políticos / @delecep

No más que una manifestación pacífica de estudiantes, con los que pude conversar largo y tendido sobre que era para ellos el movimiento y por qué esta nueva forma de lucha. Pues no hay mejor forma para conocer un problema, que hacerlo desde dentro.

De vuelta al hotel a coger el equipo y a la Plaça Cinc d’oros donde los CDR habían convocado unas olimpiadas por la República. Miles de personas, jugando con balones de todo tipo, tranquilamente, mientras en la otra punta de la ciudad, un grupo de nazis se enfrentaba a los Mossos y a los independentistas intentando llegar al lugar de la manifestación convocada por los CDR.

Barricada / @delecep

Esa olla a presión explotó y fue la cerilla que encendió L’Eixample esa noche. La primera vez en mi vida que me puse un casco de protección en una protesta, llovían objetos que impactaban en los escudos de unos Mossos cansados de ya una semana de protestas, mientras en menos de 1 minuto los CDR habían formado una barricada. Todos los periodistas a la izquierda de la calle Balmes, cuando de repente los Mossos gritan, los nazis llegaban justo detrás, para pelearse con ellos dispersados con foam a segundos de una catástrofe.

Los radicales, continuaron sembrando un poco de caos por el Eixample, barricadas, manifestaciones espontáneas, bengalas y humo. Los Mossos se mantuvieron alejados de los manifestantes en todo momento. Alrededor de las 00:01 de la mañana, todo se volvió más peligroso, los manifestantes no querían que la prensa estuviera allí, y según me comentaban compañeros, Diagonal era un campo de batalla y no estaba dispuesto a asumir el riesgo.

Bomberos sofocando los altercados por provocados los disturbios / @delecep

El viernes, que se preveía desde hace una semana que iba a ser el día fuerte de enfrentamientos, comenzó con unas pacíficas marchas de la libertad, que confluyeron cerca de Gracia, teniendo de nuevo como epicentro la Plaça Cinc d’oros. Según la guardia urbana, eran 525.000 personas las que marcharon por la independencia y, sinceramente, Barcelona es muy grande y a lo lejos de las calles no se vislumbraba un fin. Sobre las 15:00 de la tarde me llaman, en la Vía Laietana  los estudiantes se estaban enfrentando con la policía nacional, frente a la jefatura de policía.

Al llegar, un grupo de unas 3.000 se agolpaba a unos 30 metros de una linea de la UIP, de apenas 35 policías, la tensión era extrema, llovían las botellas, latas, hielos, humo y cuanto más era la frecuencia con la que caían los objetos, más nerviosos se ponían los policías que, en varias ocasiones, cargaron sus escopetas y se prepararon para cargar sin hacerlo, lo que generaba aún más tensión. Muchos de los objetos terminaban cayendo sobre la prensa, lo que caldeaba aún más los ánimos.

Línea de UIP / @delecep

Los manifestantes avanzaban, se sentaban, retrocedían, volvían a avanzar, volvían a sentarse. Así durante algo menos de una hora, hasta que sin mediar ningún tipo de aviso sonoro, la policía cargó por primera vez, deteniendo a uno de los manifestantes. Esto no dispersó a los manifestantes, volvieron con más fuerza, ya no eran latas, sino vidrios, tirachinas y piedras lo que tiraban, hacían barricadas y quemaban contenedores.

La policía embistió con sus furgones a los manifestantes, a los contenedores y a todo lo que se le pasara por su paso, empujando violentamente a un periodista que se llevó el golpe de un contenedor. Así varias horas de lo que podría llamar “batalla” entre la policía y los manifestantes que ya habían hecho suya la Vía Laietana con barricadas ardiendo.

Manifestantes organizan una sentada frente a la policía / @delecep

Sobre las 19:00 de la tarde, lanzaron botes de gas lacrimógeno, que tampoco consiguió dispersar a las miles de personas que seguían allí. Me puse la mascara de gas y, en ese momento, disparar se tornó en una misión casi imposible, la mascara protegía pero la situación era muy complicada, la policía cargaba y disparaba contra cualquier persona, sin importar si tenías un chaleco de prensa o ibas sin identificar, me quedé encerrado en una paralela de Laietana, con gases y manifestantes a un lado, y con la policía que no me iba a dejar volver a Laietana en otro, ante esta situación, lo mejor era salir de esa verdadera ratonera y recuperar aliento en Plaça Catalunya. Volver se tornaba misión imposible, sin el verdadero riesgo de recibir un bolazo así que el metro me trajo a la realidad de una ciudad tan normal como Barcelona.

Antidisturbios cargando contra los manifestantes / @delecep

Tomar fotografías en una situación así fue una de las cosas más complicadas y gratificantes que he hecho nunca, disparando prácticamente a ciegas, con las gafas de protección empañadas todo el rato, policía disparando demasiado cerca y objetos que caían como el agua.


Fotografía de portada cortesía de @delecep

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