Más de 30.000 personas pudieron disfrutar de su nuevo disco, «Nuclear». No faltaron los clásicos éxitos del madrileño en su doble cita con el antiguo Palacio de los Deportes.
Describir en palabras lo que ocurrió la noche del 30 de junio de 2019 en el Wizink Center de Madrid es complicado, cuanto menos. La persona que escribe esto cantó, saltó, chilló, bailó, sudó, disfrutó, casi lloró y, sobre todo, se emocionó.
Eso ha sido, es y será José Miguel Conejo: emoción. Antes de escribir la crónica del concierto, y, por un momento, dando la mano al lujo de relatar en primera persona, decidí ver el capítulo que ‘Movistar+’ dedica a Leiva en una de sus últimas producciones, ‘El cielo puede esperar’. José Miguel, aunque no nos conocemos –sería un placer–, desde aquí, y si por algún casual este enlace llega a tus ojos, quiero comunicarte que eres un tramposo.
Más cerca de Bob Dylan, Patti Smith o Leonard Cohen que de las megabandas de relumbrón y las redes sociales, Leiva siempre ha mantenido que nunca se ha sentido una estrella. Puede que, a nivel personal, él no lo perciba; pero las más de 15.000 personas que llenaron el antiguo Palacio de los Deportes, “o como pollas se llame ahora” –en palabras de su propia boca–, seguro que sí.
Se acordó de Alameda de Osuna y trenzó un guión de concierto exquisito. En sus paranoias y estreses vitales, confesó en ‘Movistar+’ que soñaba con alguien cocinando en su cabeza. Bueno, querido ‘Lei’, ayer fuiste tú el que sujetó el gorro de chef. ¡Qué menú!
«Expertos» fue la primera de una lista de 23 temas con la que la ‘leiband’ desencadenó el éxtasis. “Lady Madrid”, la última. Será tramposo.
Leiva no hace productos; hace canciones. Más de una vez ha asegurado que sigue conociéndose profesional y personalmente, pero que “Nuclear” (su último trabajo) es el resultado más cercano a lo que ha sentido y expresado jamás.
Entre “Expertos” y “Lady Madrid” sonaron “La lluvia en los zapatos”, “Animales”, “Guerra Mundial”, “Lobos”, “Breaking Bad”, “Cantantes”, “A ti te ocurre algo”, “Nuclear”, “Superpoderes”, “Miedo”, “Sincericidio”, “Electricidad”, “Como si fueras a morir mañana”, “No te preocupes por mí”, “Terriblemente cruel” –a la que se le añadió un emotivo pasaje del “Hey, Jude” de The Beatles–, “En el espacio”, “Godzilla” (junto a Ximena Sariñana), “La Llamada”, “Vis a Vis”, “Como lo tienes tú” y “Estrella Polar”. Casi nada.
En un reportaje de ‘El País Semanal’, fechado en marzo de 2019, Leiva es descrito como “el heredero del rock and roll, la psicodelia y los sesenta, las grandes bandas españolas de los ochenta y noventa y los buenos cantautores; de Serrat a Sabina” y su estilo estético como la “mezcla, con naturalidad y desparpajo, del look de Keith Richards, Jimi Hendrix, Lenny Kravitz, George Harrison y, por supuesto, su adorado Bob Dylan”. Más acertado, imposible.
Con sombrero de tejano y su ya clásica camisa de estrellas, el madrileño se entregó a su público en un acto recíproco de música, –acompañado de toda la banda y su hermano Juancho (Sidecars)–, que se hizo hasta corto.
No quiso perderse el acontecimiento su padre, al que Leiva y todos los presentes regalaron una gran ovación por su cumpleaños. Joaquín Sabina –“tomándose un whisky” entre bambalinas–, Dani Martín, Paula Rubio, Macarena García, Juan Ibáñez o Jorge Marrón, entre muchos otros, tampoco quisieron perderse la cita.
La gira «Nuclear» no termina, ni mucho menos, en Madrid. El rockero tiene un cita el próximo 12 de julio en Valencia (Jardines Viveros), y el 19 de julio en Castrelos, Vigo, antes de dar un salto al otro lado del charco.
El artista que empezó tocando al lado de una horchatería para ganar lo justo y poder consumir en aquel local, que pasó de reunir a 20.000 personas con Pereza a 350 como Leiva –hipocondríaco, “en plan Woody Allen”, amante del fútbol y de Esteban Granero, el vino y la música de Dylan y contrario a los realities televisivos–, sabe descubrirse y desnudar sus debilidades, también en directo, las del mismo chico de barrio periférico amarrado a una pelota que fue.
Desde aquí, ‘Lei’, brother, me tomo el lujo de dirigirme a ti de nuevo. Gracias; que no mueran nunca los cantantes y, todavía menos, si son como tú.