Un grupo de famosos que nos hace reír un rato con sus errores, 50.000 euros en juego y una presentadora sarcástica, que está al acecho de cualquier fallo de cada participante, para lanzarles ataques. El año pasado llamé por aquí a «El rival más débil» el concurso «que nunca volvía». Basado en el original de la BBC, «The weakest link» (cuya traducción literal es «El eslabón más débil»), es una interesante mezcla entre un reality y un juego de preguntas de conocimiento.
El formato aterrizó en España en 2002, con una gran acogida, y ganó bastante popularidad. Se emitía a diario en La 1, por las tardes. Nueve concursantes competían por un premio único de hasta 7.200 euros y jugaban ocho rondas, al final de las cuales, en las que podían acumular hasta 800 euros, se iba eliminando a cada uno por votación, hasta que sólo quedaban dos. Entonces, se jugaban el dinero reunido en una fase de penaltis. Que Nuria González, su presentadora, se marchase y Karmele Aramburu la sustituyese hizo que el concurso empezara a hacer aguas hasta que pasó sus últimos momentos en las sobremesas de La 2, allá por el 2004. Desde entonces, ningún otro canal lo había rescatado hasta hoy.
El regreso del programa, después de más de 20 años, ha sido penoso, por no decir catastrófico. Objetivamente hablando, ha sido desapercibido. Pero, si lo pensamos bien, la culpa no es realmente de «El rival más débil». Puede que tampoco la haya sido de otros concursos recientes que Telecinco ha rescatado, sin éxito. Más bien, el problema lo tiene el canal de Paolo Vasile en sí, que lleva tiempo siendo el rival más débil en la lucha por las audiencias.
Si analizamos el concurso, es divertido. A ver, podemos discutir si era mejor la versión tradicional, seria, y en la que veíamos a gente anónima. Esta vez, los participantes son famosos, que dan mucho juego, la verdad. Fue el caso de Leticia Sabater, quien respondió que el elemento de la naturaleza que transportaba el Acueducto de Segovia eran «piedras». Si a estos momentos, que quedan para la historia y que demuestran el conocimiento de algunas celebridades, tenemos a una Luján Argüelles dispuesta a criticarlos, la experiencia resulta ser fascinante. Aunque en este ocasión, tiene un tono más moderado y es un poco simpática con los rivales. Otros cambios favorables son la nueva estética del plató, si bien antes era completamente oscuro, y que los concursantes ahora votan a través de pantallas táctiles, frente a las antiguas pizarras con rotulador que tenían que usar antes.
El concurso gana agilidad, por un lado, al quitar un concursante (antes eran nueve), pero la pierde, por el otro, durante los totales. Es decir, cuando vemos a cada famoso hablar ante la cámara, una vez eliminado. Todo esto, en realidad, tiene un tono más cómico y amigable con respecto a la versión que recordamos. Eso puede hacer que no te tomes tan en serio lo que estás viendo. Aunque también es bueno recordar que, en este canal, cosas así son muy típicas. Otro aspecto que no me gustó el pasado miércoles fue que se ha suprimido la música de la ronda de penaltis. ¡Es un fallo grave! Porque una de las demás cosas importantes de «El rival más débil» es su sintonía, durante cada ronda, mientras el tiempo se agota, y también la de la fase final, porque genera una atmósfera muy conseguida. Sin eso, ya no es lo mismo…
Que «El rival más débil» sólo obtuviera algo más de un 6 por ciento de share en su estreno la semana pasada demuestra lo mal que lo lleva el principal canal de Mediaset. Si, además, comienza después del «Babylon Show», la situación no le es nada favorable. ¡Si ese espacio se ideó para competir con «El Hormiguero» y ha acabado con menos espectadores que un canal autonómico…! «The Weakest Link» es considerado el segundo concurso más famoso del mundo, por detrás de «¿Quién quiere ser millonario?». Así que por eso pienso que no debe de tener la culpa, precisamente. Como tampoco la tendrían en su día los regresos de «¡Allá tú!» o de «Alta tensión». De hecho, es bueno recordar que el concurso ya generó polémicas antes de su estreno, cuando se emitieron los vídeos promocionales. Los internautas criticaron que el tono de estos concordaba poco con el programa en sí, en medio de música pop y risas. No tiene nada que ver con la forma en que se anunciaba hace 20 años, vaya.
Uno no tiene formación en márketing ni en audiencias para ofrecer aquí una fórmula que permitiera a Telecinco ganarse a la audiencia como se debería. Lo de tener paciencia ya suena a broma, porque el canal lleva en esta situación desde el 2020, por lo menos, y sigue sin levantar cabeza. Mientras tanto, lo único que puedo decir es que ver «El rival más débil» vale la pena. Es ligero (sólo dura algo más de una hora, a pesar de los anuncios que meten, que fue otro aspecto negativo, ahora que recuerdo), te saca más de una risa y puedes aprender y divertirte, gracias a las preguntas tan cortas y, por lo general, sencillas, que formulan a cada concursante para que traten de reunir el dinero suficiente, que luego destinan a una entidad benéfica.
¡Ah! Y en cada una de sus entregas, al menos las que podamos ver mientras se mantenga en emisión, veremos una temática en concreto. La semana pasada fueron famosos cantantes, como la ya citada reina de la «salchipapa», Natalia, «Dioni» (vocalista de Camela), María Peláe o Alaska. Y, en las futuras emisiones, veremos a deportistas o políticos intentando no hacer demasiado el ridículo ante España y sobre todo, ante Luján Argüelles. Así que disfrutemos de cada «lucha», por un lado, entre los concursantes de turno; y, por el otro, entre los canales, en la que Telecinco trata de ganar terreno, en medio de su mala racha.