Una década de honra hacia ‘Los Pelayo’ que llega a su fin

'The Pelayos' se limitó a seguir los pasos de Gonzalo García Pelayo cuando se embarcó en su aventura por arrebatar una fortuna a los casinos.
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La Bella Julieta

Un hombre que desde su cuarto pensaba y analizaba como encontrar fallos en una máquina casi perfecta. Un cabeza de familia que involucró a aquellos en los que más podía confiar para perpetrar su mayor estafa. Aquella que le permitiría vivir de ello durante el tiempo que tardaron en poder contrarrestar su pequeña trama legal, y que de paso le llevó a cambiar para siempre el mundo del juego. Con un planteamiento como ese, inimaginable no embarcarse a llevar esta historia a la gran pantalla. No es el thriller de Justin Timberlake y Ben Affleck en Runner Runner, ni tampoco un remake en el top de películas de Brad Pitt, George Clooney o Julia Roberts como Ocean’s Eleven.

The Pelayos se limitó a seguir los pasos de Gonzalo García Pelayo cuando se embarcó en su aventura por arrebatar toda una fortuna a los casinos de medio mundo. Primero empezando por Madrid y después dando el salto a grandes ciudades de más países de Europa, en lo que se convirtió en un modo de vida casi a contracorriente y con el odio de grandes magnates del juego con mucho poderío a las espaldas. De eso hace ya diez años, en lo que ha quedado como un film de culto para jugadores e interesados en los juegos de azar. Aunque no por eso ha dejado de tener visionados.

En 2012 el director Eduard Cortés se embarcó en una aventura arriesgada como la de contar las experiencias de una familia que se hizo millonaria en los casinos. La historia de los Pelayo con la ruleta no deja de sorprender al mundo del juego y el entretenimiento, que de una forma elegante y básica a la vez que entretenida expone en la gran pantalla el filmógrafo barcelonés. La interpretación de Lluís Homar, Daniel Brühl, Miguel Ángel Silvestre y Blanca Suárez también pone de su parte desde su estreno en el Festival de Málaga hasta hoy.

Quizá esa pugna constante entre el papel de triunfadores y tramposos ha perseguido al clan de los Pelayo, vetados en multitud de centros de juego y señalados por el uso de programas informáticos para descifrar los entresijos de juegos como la ruleta. Millonarios a los que nadie pudo reclamarles nada en la época, que lo tendrían muy complicado para hacer algo similar hoy, y que quedan a juicio del espectador en la que se podría denominar como ‘su película’. Y que apunta a perder su popularidad entre el público neutral.

Digamos que la evolución de García Pelayo no ha sido la deseada, para el que el retiro dorado no parece ser una opción. Eso no hace sino volver a sacar su nombre a la palestra, pero en este caso en un mercado algo más comprometido y especulativo como el de las criptomonedas. El nombre de la familia vuelve a estar bajo sospecha y nadie puede asegurar en esta ocasión si logrará ser el Robin Hood de la película. Los papeles podrían invertirse años más tarde de su éxito.

Mind Capital bajo la lupa

García Pelayo fue capaz en su día de predecir con exactitud donde iba a caer la bolita de la ruleta. Le llevó mucho tiempo y dinero anotar todas las cifras resultantes que decretaban la suerte de los jugadores de la mesa. Pero finalmente encontró los patrones y las debilidades del óvalo, para a partir de ese momento pasar a tomar el control. Es la insignia de un clan que con las criptodivisas lo tiene más complicado, pues este no es un sector tangible que pueda ser modificado. La vigilancia es la única vía posible.

Desde finales de 2017 Mind Capital se dedica precisamente a eso. Se definían como la referencia número uno cripto-fiat del mundo, capaz de conseguir beneficios y rentabilidad a todos los clientes que quisieran invertir en el mundillo cripto. Su investigación sobre la tecnología blockchain durante años les llevó a darle un sentido al comportamiento de los activos y divisas para anticiparse a sus subidas y bajadas, para así comprar y vender en el momento justo. Un grupo internacional de expertos en tecnología, inversión, economía y matemáticas les avalaba como apoyo.

Y la cosa no fue mal durante los dos primeros años, pues en 2019 abrieron su primer negocio físico en Madrid, para solo doce meses más tarde unirse al tejido empresarial en línea con su plataforma. En ella llegaron incluso a diseñar un bot capaz de automatizar la compra-venta de criptomonedas, basado en los procesos más complicados posibles en este mercado. Como toda web de este estilo, contaban con su propia moneda interna llamada MCCoin y las primeras adquisiciones debían ser en bitcoins.

Tan volátil han advertido los expertos que podían llegar a ser activos no respaldados por entidades financieras, que cuando el business ha empezado a pinchar su propia burbuja, Mind Capital ha tenido que congelar los rendimientos de sus clientes. Y todavía no es seguro que vayan a poder devolver los ingresos iniciales adquiridos. Una consecuencia natural de una especulación que ahora va a la baja pero que pone en tela de juicio la forma de actuar de los Pelayo, de los que sus antecedentes no invitan a la confianza.

A la espera de que haya una resolución, no sería de extrañar que esta familia lo hubiera vuelto a hacer. Sin embargo, ahora asaltando las cajas fuertes de quienes les confiaron su dinero. ‘The Pelayos’ con riesgo de quedar en el olvido tras una década de veneración.

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