Crítica de ‘Yuli’, lo nuevo de Icíar Bollaín

Icíar Bollaín dirige una película emotiva y que funciona, un recorrido vital muy interesante.
Fotograma de 'Yuli' /filmaffinity,com

Después de El Olivo, Icíar Bollaín apuesta por una propuesta arriesgada a la par que lucida que cuenta la historia del bailarín cubano Carlos Acosta y está protagonizada por él mismo. Un drama poco convencional que logra funcionar.

Yuli es un viaje temporal a través de la vida del bailarín cubano Carlos Acosta, leyenda de la danza y primer bailarín negro en interpretar algunos de los papeles más famosos del ballet en compañías como el Houston Ballet o Royal Ballet de Londres. El filme cuenta desde su dura infancia hasta su madurez, etapa protagonizada por el propio bailarín quien, pese a sus éxitos, nunca olvidó su origen.

Bollaín ofrece una de sus películas más interesantes de los últimos años, en la que se reúne de actores pocos conocidos para dar así la sensación de un trabajo más intimista y personal. Esto, junto al guion de Paul Laverty y la música de Alberto Iglesias, termina siendo una propuesta más que correcta.

La atormentada y finalmente exitosa vida de Carlos Acosta está descrita con intención de complejidad y sentimiento, algo que se transmite mucho más en su primera parte, centrada en su etapa de niñez, que en la segundaYuli es como una especie de docudrama que va de más a menos, ya que en la parte adulta hay demasiada información y no acaba de interesar del todo. Pese a que tiene fallos, la cinta funciona como una interesante reflexión que merece la pena ver. Además, la inclusión de coreografías que dirige y protagoniza el propio bailarín son un punto más a su favor.

 

Valoración: 3,5/5

Lo mejor: La parte de la historia que se centra en su niñez

Lo peor: Que se vea como una película más de superación personal

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