Gaditano de ascendencia irlandesa, Alex O’Dogherty alcanzó popularidad gracias a interpretar los papeles de Arturo Cañas Cañas en la serie Camera Café y del policía municipal Alfredo Escobar «Caracolo» en Doctor Mateo. En la actualidad lo podemos ver todos los sábados en el Teatro Capitol de Madrid con Imbécil, su último espectáculo. Hablamos con él sobre su presente, sus inicios y sobre cómo afronta su futuro.
¿Cuándo te diste cuenta que querías ser humorista?
Humorista no es la palabra. Yo me di cuenta de que quería ser actor cuando tenía 14 años y estaba en un campamento de verano de Chipiona. Me considero solo actor. Yo siempre lo veo todo desde el punto de vista para actor. Tampoco me gusta llamarme músico porque no he estudiado lo suficiente para llamarme músico.
¿Y recuerdas el punto de inflexión en el que dijiste: vale, esto ya no es por hobbie sino que tengo futuro aquí?
Cuando entré en el Centro Andaluz de Teatro y me vi dentro estudiando, ya sabía que eso era para siempre. Sin embargo, no me consideré actor hasta que salí de allí y empecé a trabajar. Por suerte, comencé a trabajar antes de terminar la carrera, en la compañía La Jácara, de Sevilla. Cuando empecé a cobrar, ya me consideré actor. Fue en el año 97 cuando empecé a trabajar.
¿Fueron duros tus comienzos?
Yo no los recuerdo como duros, sino como una maravilla, ya que por fin me estaba ganando la vida con lo que llevaba soñando muchísimo tiempo. Es verdad que los comienzos no son fáciles y los primeros años seguí dependiendo un poco de mis padres hasta que hice El portero, mi primera película. Recuerdo esta época con cariño.
La gran mayoría de los humoristas y actores con más repercusión son andaluces. ¿Por qué crees que pasa esto?
No te puedo contestar. En Andalucía hay gente muy talentosa pero también conozco a gente talentosa que es de otras comunidades.
¿Y de dónde buscas la inspiración? Ya que llevas muchos años en el mundo de la interpretación y el humor y no es fácil reinventarse durante tanto tiempo
Generalmente no la busco y procuro no buscarla. Estoy siempre trabajando, así que la inspiración me pilla siempre trabajando. Yo siempre procuro tenerlo todo muy listo y ordenado cuando trabajo.
Tu última obra se titula Imbécil. ¿Crees que el mundo está lleno de imbéciles o crees en la fe de la humanidad? ¿Qué le dirías a quien esté leyendo esto para que vaya a verla?
Imbécil es una obra necesaria en los tiempos que corren porque habla de las palabras y, sobre todo, de lo que tenemos que medir las palabras últimamente. Las palabras nos afectan demasiado a algunos y vivimos en una época de excesiva corrección. Tenemos que conseguir que eso deje de ocurrir. Además, es un espectáculo con el que te ríes cada 15 segundos.
¿Te has llegado a autocensurar por miedo?
Claro, y de ahí es de donde arranca este espectáculo. De cuando yo me he dado cuenta que me he autocensurado pequeñas cosas, como un tweet. Afortunadamente, en este espectáculo lo digo todo y no me corto nada.
¿Crees que tu éxito es fruto de la suerte, del trabajo, o una mezcla de ambas?
Sin duda, te diré que ambas, aunque el trabajo es un porcentaje mucho mayor. Siempre he estado trabajando y no he estado esperando sentado a que me ofrezcan una serie o una película. En os últimos diez años he hecho cinco espectáculos y, afortunadamente, he podido hacer otros trabajos, pero sino, hubiese podido sobrevivir solo con mis espectáculos.
¿Por qué crees que la cultura es segura?
En este caso, la cultura es segura porque se están tomando absolutamente todas las medidas de precaución, más de las necesarias a veces. Yo voy al teatro como espectador e intérprete, y también a terrazas a tomarme algo, y sin duda me siento mucho más seguro en el teatro. La cultura es segura y necesaria. A mí me da mucha pena que la gente se enfrente a la cultura, como si la cultura estuviese en su contra. De hecho, ha quedado bastante claro en este confinamiento que la cultura nos ha salvado. Una película o una canción te ha podido cambiar la vida, y para eso está la cultura. El otro día actué en mi pueblo y había tanta distancia de seguridad entre butacas que daba hasta pena.
Por último, dime tu serie de dibujitos de la infancia preferida
Comando G. Habría muchas que vería, pero fui muy fan de Comando G. Una de mis frustraciones fue no haber podido conseguir el disfraz de Comando G.
Entrevista transcrita por Jorge Caracuel