La gota de agua (Amarillo Editora, 2024) es una novela basada en una situación real que vivió el entorno de su autor, Vicente Leñero (1933-2014). Está protagonizada por una familia mexicana formada por un matrimonio, sus cuatro hijos y dos sirvientas. El 31 de enero de 1982, se produce un corte de agua en su casa. El padre de familia se encargará de contactar con unos y otros y de gestionar la solución, que no se prevé fácil ni rápida, pero sí llena de circunstancias absurdas y delirantes que aportan un toque de humor.

La historia comienza con la frase «No hay agua», que desata el caos en la familia, pues es imprescindible para todos ellos. El protagonista, que comparte nombre y primer apellido con el autor, se consuela al saber que esa escasez de agua no es la peor de la historia y que no solo le ocurre a ellos, sino a cinco millones de personas en la ciudad de México. Sin embargo, aquello que se prometió que tendría un final rápido se prolonga, y, como consecuencia, también la angustia, la impotencia, la sed y la necesidad de aseo de todos los implicados. Así, la gota de agua que nunca termina por caer se convierte paradójicamente en una gota china que acaba con la paciencia de toda la familia.
Cabe destacar que el protagonista, ingeniero de profesión, recurre a sus privilegios para agilizar la resolución del problema, pero ni siquiera eso parece servir. De hecho, no paran de ocurrirle desgracias, y esto se suma a la maltrecha situación de México y a la devaluación del peso. Esta historia contiene crítica social; contra los políticos, por desatender sus responsabilidades mientras los ciudadanos padecen y sufren, y contra el país, donde «la maldita falta de criterios» causa estragos en su desarrollo. El protagonista denuncia la falta de sentido común, la avaricia, la especulación y la corrupción, así como el incivismo. Entre autoridades y ciudadanos, el país está patas arriba, cada uno a lo suyo y nadie a lo de todos. Incluso el lector siente impotencia ante la ineptitud e incompetencia del elenco de trabajadores que no logran dar soluciones ni arreglar todas las averías que van surgiendo.
La gota de agua demuestra que hechos aparentemente banales pueden derivar en hilarantes y desesperantes. Leñero, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y ganador de los premios nacionales de Literatura y de Periodismo, usa los diálogos como punta de lanza en esta historia tan genuina. Asimismo, se incluyen ilustraciones del propio autor y algunas notas a pie de página para facilitar la comprensión de expresiones. Estas páginas son un catálogo de disparates y escenas rocambolescas que simulan el famoso «vuelva usted mañana» de Larra.
El irónico destino parece jugar con los personajes de esta novela como un dios travieso. Aun así, discrepo con lo que se dice en la sinopsis sobre que esta es «una novela cargada de humor —mucho humor—», ya que es una narración simpática y el humor que puede provocar es a causa del delirio, por ejemplo, en una escena donde hay una conversación telefónica a cuatro voces. Sin embargo, no me parece, en mi opinión, una obra que haga carcajearse. Al final, el mensaje de esta obra puede entender como un aviso, ya en los años ochenta, de la importancia de la conservación del agua, uno de nuestros bienes más preciados.